domingo, 12 de septiembre de 2010

Los Años de Arroz y Sal

"The years of rice and salt" de Kim Stanley Robinson, se llama el libro que estoy leyendo, del que les traduzco esta parte.

Situación: Se encuentran en el más allá, esperando ser juzgadas, las almas que en su última encarnación fueron Bahram, un alquimista del Asia Central del siglo XVII, su yerno Khalid e Iwang, amigo de ambos. Los tres murieron en una epidemia.

(...)
Bahram tomó aire y se sentó.
"Estamos progresando", exclamó con firmeza.
Khalid bufó. "Somos ratones a merced de los gatos. Son unos hijos de puta, yo creo. Nos matan por deporte. Ellos no mueren y entonces, no entienden."
"Olvidate de ellos" le aconsejó Iwang. "Vamos a tener que hacer esto nosotros solos."
"Dios juzga, y nos envía de vuelta al mundo", dijo Bahram. "El hombre propone, y Dios dispone."
Khalid sacudió su cabeza. "Mirenlos. Son un montón de chicos caprichosos jugando. Nadie los guía, no hay un Dios de Dioses."
Bahram lo miró, sorprendido. "¿No ves al único abarcando a todos ellos, el uno en el que descansamos? ¿Alá, Brahma, o como lo llames, el único y auténtico Dios de Dioses?"
"No. No veo ni un signo suyo."
"¡No estás mirando! ¡Nunca miraste, todavía! Cuando mires, lo verás. Cuando lo veas, todo va a cambiar para vos. Entonces, todo estará bien."
Khalid frunció el entrecejo. "No nos insultes con esa estupidez. ¡Dios mío, Alá, si estás ahí, por qué me castigaste con este imbécil!" Pateó a Bahram. "¡Es más fácil sin vos al lado! ¡Vos y tu maldito 'todo bien'! ¡No está todo bien! ¡Todo está para el culo! Empezando por esto mismo, si querés. Podemos estar alucinando esto, pero eso no es excusa para ser iluso!"
Bahram se sintió afectado por esto. "Sos vos el que se rinde ante las cosas", protestó. "Todas las veces. En eso consiste tu cinismo: Ni siquiera lo intentás. No tenés el coraje para seguir adelante."
"Mierda que no. Hasta ahora, nunca me rendí. Simplemente, no tengo ganas de volver hablando estupideces. No; sos vos el que nunca lo intenta. Siempre esperando que Iwang y yo hagamos el trabajo duro. ¡Hacelo vos una vez! ¡Dejá de hablar de amor e intentalo una vez, carajo! Probalo vos mismo y vas a ver qué difícil es mantener la cara sonriente cuando estás mirando la verdad de la situación a los ojos."
"¡Ja!" dijo Bahram, dolido. "Yo hago mi parte. Siempre hice mi parte. Sin mí, ninguno de ustedes hubiera sido capaz de llegar a ningún lado. ¡Se necesita mucho valor para mantener el amor en el centro cuando sabés tan bien como cualquiera el estado real de las cosas! Es fácil enojarse, eso lo puede hacer cualquiera. Hacer bien es la parte difícil. Mantener la esperanza es la parte difícil. Seguir amando, es la parte difícil. "